
El honor tiene un papel muy destacado en la vida diaria de las culturas mediterráneas, donde las obligaciones se fundamentan tradicionalmente sobre los acuerdos verbales y el honor individual y colectivo. Eso solo puede garantizar el respeto y la ejecución de un pacto. A cada hombre se le otorga en su nacimiento una cuota de honor que proviene de su familia y linaje. Por otro lado, el honor pertenece a la familia y debe transmitirse de una generación a la siguiente como si de un legado se tratara. Los miembros individuales del grupo familiar involucrados, sean hombres o mujeres, pueden mantener dicho legado o despreciarlo a través de su conducta.
A simple vista, en las sociedades mediterráneas, los roles de hombres y mujeres parecen totalmente separados y opuestos el uno del otro. No obstante, cada sexo aparece como responsable de su ámbito particular, las mujeres de la pureza del linaje familiar, que ellas transmiten, y los hombres de su reputación. En resumen, el honor conecta el mundo “interior” femenino con el mundo “exterior” masculino.
Finalmente, el código de honor puede describirse.
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